lunes, 30 de enero de 2023

 Conferencia titulada: El Mal imaginado por el Gótico




The demonization of Islam during the Romanesque period turned into condemnation of the Jewish community in Gothic times. The face of the Evil One is depicted with a sharp curved nose and yellowish skin attributable to followers of the semitic creed. Windowless sinagogues are seen as a reflection of the blindness in which heretics and sinners live. New colours such as yellow, red, green and blue are added to the satanic pallette. The Phoenician Baals are incorporated into the infernal pantheon. The birth of universities and the resulting growth in culture throughout society, bring with them new demons such as Tutivillus. Installed in churches, he writes down the sins of the faithful, committed during prayer time.
By the end of the Middle Ages, the transition to Humanism sees the devil transformed into a man, keeping identifiable features such as horns, a tail and talons. From then into modern times, he takes the form of an ordinary human being, making him hard to detect if it weren’t for his sinister face, hooknose, forked beard and an imperfection, such as a limp, alluding to his impure nature. Lucifer’s monstrous features fade away, his deformed characteristics becoming features of heretics and visions of schisms of the Church, a cruder and more relatable reality than that of the clichéd devil.

*** De la demonización del Islam en tiempos del Románico, se pasa a la condena del pueblo judío en el Gótico. Le pintan al Maligno con la nariz aguileña de los practicantes del credo semita, así como el tono amarillo que distingue a los practicantes de esta religión. Se imagina a la Sinagoga ciega, que prestará su falta de vista a los herejes y pecadores que viven en tinieblas. La paleta cromática del diablo se enriquece con colores tan llamativos como el gualdo, el rojo, verde y azul. El panteón infernal aumenta con los Baales fenicios. El nacimiento de las universidades y consiguiente culturización de la sociedad traerá demonios nuevos como Tutivillus. Apostado en las iglesias anota en su papel los pecados de los fieles cometidos en tiempos de oración. El paso al Humanismo transforma al diablo en un hombre a fines de la Edad Media, dotado de ciertos rasgos faunísticos que nos permiten reconocerlo, como son los cuernos, el rabo y las garras de águila. De aquí a la Edad Moderna en la que un completo ser humano nos hace difícil descubrirlo si no fuera por su rostro siniestro, nariz ganchuda, barba bifurcada y un defecto como la cojera que alude a la imperfección de su ser. La imagen monstruosa de Lucifer va desapareciendo, mientras presta sus rasgos más deformes a herejes y visiones de los cismas de la Iglesia, realidad más cercana y desgarradora que el manido demonio.
La portada del vídeo es un detalle del infierno en el tímpano de la Catedral de León. La fotografía de los sodomitas de la Puerta del Juicio de la catedral de Tudela, es de Manuel Sagastibelza. Las imágenes que acompañan la bibliografía son un detalle del Juicio Final de Dirk Bouts conservado en el Museo de BBAA de Lille (Francia) y le sigue el diablo en majestad del púlpito de Siena (Italia), realizado por el taller de los Pisano.




viernes, 29 de abril de 2022

Conferencia titulada: La imagen del Mal en el Románico


En el Arte Románico, período artístico que ocupa los siglos XI y XII en Europa, la
presencia del diablo es sumamente frecuente. Cada vez que hay que representar un
personaje negativo y opuesto a Cristo, se materializa en un diablo grandioso, del mismo
tamaño que su enemigo y con aspecto temible. Un ser monstruoso que mezcla en su
anatomía rasgos humanos y animales, que configuran un ser fantástico.

La definición de su imagen y presencia se debe a la Iglesia que dicta los mensajes
iconográficos que se representan en los templos. Igualmente y desde el púlpito, la
literatura homilética está plagada de diablos y las predicaciones y visiones de las
autoridades religiosas encargadas del apostolado de los fieles, convierten la
demonología en el tema hagiográfico principal.

Especialmente en este período y adoctrinando a un público preferentemente inculto, se
sirvió la Iglesia de la estética del terror para infundir miedo a los fieles. La imagen
diabólica es puramente didáctica y casi pueril, en la que predomina la idea de que el
aspecto está en deuda con el carácter de la persona. Los rasgos monstruosos y repelentes
definen un comportamiento maligno.

El Mal está por todas partes y el Románico representa un diablo que remite a los
enemigos de la Fe cristiana, como el negro que recuerda al cercano enemigo musulmán.
Además, determinadas peculiaridades físicas como la cabellera de fuego, la barba
bifurcada y la cojera, perviven hasta la actualidad.

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The image of evil in Romanesque art

In the art of the Romanesque, the artistic period that held sway in Europe in the XIth and XIIth centuries, the presence of the devil is very common. Each time a character that is negative and the opposite of Christ is represented, he is depicted as a grandiose devil, the same size as his enemy and with a frightful appearance. A monstruos being that mixes human and animal traits in its anatomy, thereby creating a fantastic being. The definition of its image and presence is the doing of the Church, which stipulated the iconografic messages represented in religious buildings. Likewise and from the pulpit, homiletic literature is full of devils and predictions and visions of religious authorities that are in charge of lecturing the faithful, making demonology the main subject of hagiography. Especially in this period and in order to endoctrinate an overwhelmingly uneducated public, the Church used the aesthetic of terror to instil fear in the faithful. The image of the devil is purely didactic and almost infantile and in which the predominant idea is that the physical aspect is related to a person's character. Monstruous and repellent physical traits are linked to malicious behaviour. Evil is everywhere and the Romanesque period represents a devil that portrays the enemies of the Christian faith as being black, reminiscent of the neighbouring Muslim enemy. It's also noteworthy that some physical aspects such as the fiery hair, the bifurcated beard and the limp, survive to this day.
Autor de la traducción al inglés: Daniel Weyndling.